¿Puedes?
- ¿Quién es capaz de dejar el celular en casa y no tener un deseo irrefrenable de devolverse a buscarlo?
- ¿Quién ha salido sin teléfono y no ha tenido la sospecha de que precisamente a esas horas recibirá una llamada importante que no podrá atender?
- ¿Quién se ha quedado sin batería una tarde y no ha tenido la sensación de estar ilocalizable?
- Y sobre todo: ¿quién ha salido del cine o del teatro en alguna ocasión y ha aguantado hasta la puerta de la calle sin revisar sus llamadas o mensajes perdidos?
¿Qué sentimos?
Entre las sensaciones que sentimos se encuentran:
- temor,
- inseguridad,
- sensación de descontrol,
- de estar desconectado,
- fuera de circulación o
- no poder concentrarnos en nuestras actividades diarias por miedo a perdernos alguna información, como por ejemplo, una llamada laboral importante.
En muchos casos, también hay síntomas físicos como ataques de pánico, taquicardia, contracturas, sudoración excesiva. Las personas que sufren nomofobia “sienten que el teléfono o las conversaciones mantenidas les dan tranquilidad, rechequean mensajes y correos y visitan las páginas de redes sociales o las noticias en forma permanente”.
Es común en las personas con esta fobia que cuando se dan cuenta que no tienen el celular encima, posterguen compromisos para recuperarlo y que no logren concentrarse.
Algunas estadísticas interesantes:
“El teléfono en el escritorio. Un pitido que anuncia la llegada de un mensaje, y el personaje que tengo en frente se lanza sobre el teléfono. Casi nunca pueden abstenerse de contestar de inmediato. Lo veo teclear un rato, masajear la bolita, y sonreír; luego mirarme y decir: "¿En qué íbamos?". Pero ya la conversación se ha ido al traste.”
Tomado de “Se ha perdido el arte de conversar” (Ivonne Marcela Ospina, 2011).
Me llamo Luis, y soy Nomofóbico 